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4 dic 2010

Las reliquias de la muerte

Las Reliquias de la Muerte son tres objetos poderosos que pertenecieron a tres hermanos magos, los Peverell. Aunque los construyeron con su magia y conocimientos, el tiempo ha convertido en leyenda su hazaña, transformando su historia en un cuento popular con diferentes versiones. La Historia de los Tres Hermanos, de Beedle el Bardo, es considerada la original. Varias personas se han obsesionado con esta leyenda a lo largo de los tiempos, como Gellert Grindelwald, Albus Dumbledore (en cierta medida, por el amor que sentía hacia Gellert) y Xenophilius Lovegood.

HISTORIA REAL

Los Tres Hermanos existieron realmente, aunque se desconocen las fechas exactas. El mayor se llamaba Antioch, el mediano Cadmus y el pequeño Ignotus.

Cada uno de ellos construyó su propia reliquia, aunque la Muerte no participó al contrario de como narra la leyenda. Sus objetos serían traspasados de generación en generación o por otros motivos como duelos o robos.

Los linajes de dos de los Tres Hermanos se han conversado durante siglos: Lord Voldemort fue el último descendiente de Cadmus. Sorvolo Gaunt guardaba el anillo de los Peverell, con la Piedra de la Resurrección incrustada. Sin embargo, ni él ni su nieto Voldemort conocían la historia de las Reliquias y el Mago Tenebroso usó el objeto como Horcrux. Más tarde la ocultaría en la cabaña de los Gaunt.

Los Potter son también descendientes del Tercer Hermano, Ignotus. Su tumba se encuentra en el cementerio del Valle de Godric y el nombre es casi ilegible. El símbolo de las Reliquias de la Muerte aparece esculpido en la piedra.

Algunos magos y brujas se han obsesionado con encontrar las Reliquias de la Muerte: ese fue el caso de dos jóvenes Dumbledore y Grindelwald. Otros también conocen su historia, como Xenophilius Lovegood.

LEYENDA

La leyenda de los Tres Hermanos es un cuento popular que cuentan los magos y brujas a los niños cuando son pequeños. El cuento original se encuentra en el libro de Los Cuentos de Beedle el Bardo. Narra la historia de tres hermanos que al encontrarse en el crepúsculo (en la versión de la Señora Weasley es medianoche) con un río demasiado peligroso, hicieron aparecer con sus varitas un puente. La Muerte, sorprendida por haber esquivado su mortífero destino, les concedió un premio a cada uno de ellos: el primero, combativo, eligió una varita que siempre ganase en los duelos. La Muerte le hizo una varita con un saúco que descansaba en el río.

El segundo de los hermanos, que era un hombre arrogante, quiso humillar a la Muerte. Le pidió el poder para llamar a los muertos, y la Muerte le entregó una piedra de la orilla tan poderosa que podía hacer regresar a los muertos.

El tercero de los hermanos, modesto y coherente, no confiaba en la Muerte y por eso le pidió un objeto con el que pudiese esconderse de ella. La Muerte le entregó su propia Capa de Invisibilidad.

Cuando cada uno de los hermanos tuvo su propia reliquia, tomaron caminos distintos. El primero de ellos llegó a un pueblo una semana o más después, retando a duelo a un mago con el que había discutido y matándole después. Por la noche se regodeó en una taberna cercana, y otro mago le escuchó. Por la noche, mientras dormía, le robó la varita y le mató. La Muerte se lo llevó consigo.

El segundo hermano viajó hasta su casa, donde vivía solo. Utilizó el poder de su piedra para recuperar a una joven con la que estuvo cerca de casarse hasta que una enfermedad se la llevó. Por desgracia, ella era fría y triste, separada de él por lo que parecía un velo. Enloquecido, el segundo hermano se suicidó y la Muerte también se lo llevó.

Sin embargo, la Muerte buscó durante años al tercero de los hermanos sin éxito. Sólo cuando él era muy mayor se desprendió de su Capa de la Invisibilidad, entregándosela a su hijo, y se encontró con la Muerte (RM21).


RELIQUIAS

Son tres y juntas forman el símbolo de un triángulo con un círculo partido en el interior (algunos magos, como Viktor Krum, creen que este símbolo perteneció exclusivamente a Gellert Grindelwald). Aquel que consiga reunirlas todas, se convierte en el Maestro de la Muerte. Harry es el primero en juntarlas, a mediados de 1998. Gracias a ello puede vencer a Lord Voldemort.

La Varita de Saúco
Fue creada por Antioch Peverell y concede mayor poder en los duelos al mago que la sostiene. Su madera es de saúco y su nervio, un pelo de cola de thestral que sólo puede ser controlado por los que son capaces de enfrentarse a la muerte (JKR). A lo largo de la historia ha recibido otros nombres, como la Varita del Destino o la Astilla Mortal. Es la única de las Reliquias de la Muerte que no se ha mantenido entre los mismos descendientes, sino que ha sufrido continuos cambios de mano. El posesor de la varita debe tomarla del anterior dueño, o de lo contrario funciona como cualquier otra varita. Se conocen o presumen varios dueños desde Antioch Peverell: Egbert el Flagrante tomó la varita después de masacrar a Emeric el Malvado; Godelot murió en su celda después de que Hereward, su hijo, le quitase la varita; Loxias se la quitó al mago Barnabas Deverill. Después, hay desconocimiento por el camino que toma la varita: no se sabe quién se la arrebató a Loxias, pero podrían haber sido Arcus o Livius, quienes se le enfrentaron.

Tiempo después, el maestro de varitas Gregorovitch consiguió la Varita de Saúco y presumió de ello durante un tiempo. Para su desgracia, un joven Gellert Grindelwald se la robó y se aprovechó de la varita para ascender un convertirse en un mago tenebroso. Sin embargo, el mago y viejo amigo Albus Dumbledore le derrotó en un duelo en 1945, y él se quedó con su varita hasta su muerte.

Dumbledore intentó que fuese Severus Snape quien se la arrebatase, pero al ser desarmado minutos antes por Draco Malfoy, él se convirtió en el nuevo poseedor legítimo, a pesar que de la Varita de Saúco seguía oculta en la tumba de Albus Dumbledore. Cuando Harry le quitó a Draco su varita en la Mansión de los Malfoy (RM23), pasó a ser el último de los poseedores de la Astilla Mortal.

Lord Voldemort abrió la tumba de Albus Dumbledore y consiguió la varita. Sin embargo, no consiguió los poderes deseados porque no era su auténtico dueño. Mató a Snape creyendo que sería él, pero tampoco lo logró. En el duelo final, la varita pasa finalmente a las manos de su dueño, Harry Potter (RM36).

Harry sólo emplea la Varita de Saúco para reparar su propia varita. Después la devuelve a la tumba de Albus Dumbledore, para que no haya nuevos maestros de la Varita del Destino.

En la Historia, ninguna bruja ha dicho poseer la Varita de Saúco (BB).

La Piedra de la Resurrección
La Piedra de la Resurrección, la Reliquia que más obsesionó a Albus Dumbledore en su juventud, ha pasado de generación en generación entre los descendientes de Cadmus Peverell. El segundo de los Tres Hermanos la empleó para recuperar a una joven pretendiente que murió antes de que pudiesen casarse, aunque regresó triste y fría y él acabó enloquecido y suicidándose. En algún momento, la piedra se incrustó en un anillo (PM10). El anillo llegó hasta Sorvolo Gaunt, quien creía que el dibujo de la piedra era el escudo de los Peverell. Fue robado más tarde por su nieto Tom Ryddle, transformado en un Horcrux y ocultado entre las ruinas de la cabaña (PM23).

Albus Dumbledore destruyó el Horcrux, pero en un intento de ver a su familia se puso el anillo y le afectó una terrible maldición que no le dejaría más que un año de vida. Más tarde pasó el anillo a Harry, oculto en la primera Snitch Dorada que capturó en Hogwarts (RM34).

Harry utilizó la Piedra de la Resurrección para que le acompañasen sus padres, Sirius Black y Remus Lupin. Cuando perdió el anillo entre los árboles (RM34), decidió no regresar a buscarlo, deseando que desapareciese para siempre (RM36). La Piedra fue aplastada por alguna pezuña de centauro cuando estos fueron a ayudar a los luchadores de Hogwarts, y después quedó enterrada. Nadie la encontrará (CB).

Muchos creen que Beedle el Bardo se inspiró en la Piedra Filosofal para inventar la Piedra de la Resurrección. La creencia es falsa, ya que la Piedra de la Resurrección existió de verdad (BB).

La Capa de la Invisibilidad
Perteneció originariamente a Ignotus Peverell, y fue entregada a sus descendientes de generación en generación, hasta llegar a Harry Potter. Esta Capa de Invisibilidad se distingue de las demás en que nunca deja de funcionar y protege siempre a quien se oculta. Albus Dumbledore se la pidió prestada a James Potter poco antes de que el matrimonio fuese asesinado, con la intención de descubrir si era una Reliquia. Más tarde, el anciano se la devolvió al legítimo heredero Harry Potter, quien la ha conservado hasta los últimos días.

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